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sábado, 20 de octubre de 2007

Trabajo de Biografia

Era un 11 de Septiembre, un día común y corriente, por que era un 11 de septiembre del 2000. Estaba toda la familia. Su mamá, su papá, los tíos sus hijos, y su esposo. Pero la mirada de Javier, mi papá, su amor de 25 años era diferente. Todos lloraban con tristeza, la que todos hemos experimentado alguna vez en nuestras vidas. Lagrimas de ver a la persona que mas quieres irse a un lugar desconocido. Pero las lágrimas de Javier eran diferentes. Diferente de las de “la Mami Ali”, su mamá, diferentes lagrimas de las de sus hijos; Héctor, Karina, Antonella, y yo, Giovanni. Sus lágrimas no solamente eran de tristeza pero también de preocupación. Una mezcla de preocupación y una tristeza extrema. Sus lagrimas caían por sus ojos con una mirada profundamente triste que atravesaban los ojos de mi madre. 18 años casados y era la primera vez que se separaban. El lloraba como nunca antes pero para ella era más grande su preocupación que su tristeza. Todo esto sucedía en el aeropuerto internacional de Arica, Chile. Una vez que puso un pie en el avión, inmediatamente pensó “¡desde aquí paso a otra dimensión!”.

5 horas después se escucha la voz de la aeromoza avisando “Hemos llegado a La Paz, Bolivia”. Después de haberse bajado del avión llega al counter de inmigración y el señor de inmigración le comunicó que no podía pasar la noche en el aeropuerto y su vuelo que supuestamente salía a las 8 A.M. el próximo día salía a las 2 P.M., arruinando todos sus previos planes. “¡Y ahora que voy hacer!” pensaba. Toda la gente a su alrededor pasaba la aduana y salía corriendo a tomar un taxi, un bus, o un carro. Y mi madre primera vez en esa ciudad estaba a la deriva, como un barco sin rumbo. No tuvo ninguna otra opción que solamente salir del aeropuerto. Pero al dar un paso fuera del aeropuerto fue enfrentada con algo llamado “la humedad”. 40 años viviendo en el desierto más seco del mundo y cruza una puerta y se encuentra con la humedad pegando en la cara.

No sabía para donde ir y no quedaba nadie en el aeropuerto. En su desesperación le pregunto a la persona más cercana para donde puede ir “súbete conmigo en este bus” le respondía una señora. Mi mamá siguió las instrucciones de la señora y se subió al bus mientras otro hombre le tiró sus dos maletas y sus dos mochilas arriba del bus, que en realidad no era un bus, era una van. Media hora en el viaje la señora de pronto le dice “¡Bájate aquí! ¡Bájate aquí! ” y mostrándole una esquina le dice que tenia que tomar una taxi y que le digiera al chofer que la deje en un hotel del centro. Y así lo hizo.

Llego a un hotel de cinco estrellas donde la noche costaba el doble de lo que ella estaba trayendo, ósea $500 dólares. El portero del hotel amablemente tomo sus maletas, entro con ella, y la llevo a la recepción.

“¿Se va a registrar?” le preguntó el recepcionista. “No, voy a esperar a unos amigos que vienen en otro vuelo” respondió mi mamá, obviamente mintiendo al ver los precios del hotel. Pero para su suerte ellos de verdad esperaban a un grupo de personas que tenían unas reservaciones en ese hotel. Mientras pasaba el tiempo ella trataba de pensar en como salir del enredo en el que se había metido. Hasta que se le ocurrió decirle al recepcionista que se quedaría en la casa de un familiar, y que allá esperaría a sus supuestos amigos. El recepcionista le ofreció si quería dejarle un mensaje escrito y ella le dijo que bueno y le puso en el mensaje “Chicos los espero en la casa de la tía Carmen”.

Luego, tomo un taxi y le pidió al chofer que la llevara al hotel mas barato que conociera. Un tiempo después llegaron a un hotel. $7 la noche, un hotel vació, viejo, con olor a humedad, a madera mojado, simplemente un olor desagradable a madera mojada. Al entrar a su cuarto se percato que no había aire acondicionado, aunque no fue mucho de su agrado, ya eran las 2 de la mañana y no tenía mucho que elegir. Se quedó en ese cuarto sin aire acondicionado y con solamente un ventilador igual de viejo que el hotel que la hacia pensar “en cualquier momento este ventilador se cae y me decapita”. Todo lo que tuvo para comer esa noche fue un paquete de galletas de soda y una botella de agua.

Al día siguiente salió del hotel y se acercó a un taxi. “Señor necesito que me lleve al aeropuerto, ¿cuento es?” preguntó mi mamá. “$25 dólares” le respondió el taxista. El precio del taxi era 3 veces mas caro que la noche en el hotel, entonces se devolvió a la recepción y le pregunto al recepcionista donde podía encontrar otro tipo de movilización. “5 cuadras más abajo va a encontrar una estación de buses” le respondió el recepcionista. Al comienzo 5 cuadras parecía bien, pero rápidamente se dio cuenta que eran 5 cuadras de piedra y tierra, más encima su vestimenta de cuero no le felicitaba para nada el extremo calor y humedad. Llego a la estación de bus, y nuevamente regresó al aeropuerto.